
El interés por la cosa política, y con ello entender la importancia que tiene en la vida, me llegó tarde. Aunque, como dicen: “Más vale tarde que nunca”.
Mi entorno nunca fue muy politizado durante mi juventud. No se hablaba de política en casa, no por regla, simplemente no era de interés particular de mis papás. Mi adolescencia la viví en los años ’90, cuando el país apenas empezaba a superar el horror de los 17 años de dictadura, pero yo no tuve consciencia de eso hasta varios años más tarde. Ocupaba mi tiempo absorto entre música, cómics y videojuegos.
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