Traigo algunas fotos de pésima calidad del concierto de Linkin Park este domingo en el Estadio Nacional. Parte de la etapa sudamericana de la gira «From Zero».

La banda de Mike Shinoda se presentó por tercera vez en Chile. Esta vez con Emily Armstrong en la voz, reemplazando a Chester Bennington. “Reemplazo” es solo una forma de decir, por supuesto. Bennington es irreemplazable, un tipo de otro mundo que extrañaremos por siempre. Sin embargo, Emily Armstrong es capaz de hacerle honor al legado del fallecido ex vocalista con su energía sobre el escenario y su potente voz.

No se habla de política, religión ni fútbol en la mesa. Son temas que despiertan pasiones y pueden generar acaloradas discusiones, peleas y momentos desagradables. Para que la mesa sea un lugar tranquilo y agradable, es mejor no hablar de ciertas cosas, ¿verdad?

Yo creo que la conversación política es más que necesaria y no solo en época de elecciones. Quizás una de las causas del bajo nivel de muchos políticos es que no hablamos lo suficiente sobre política y su importancia en la vida cotidiana, como nos afecta en gran parte de lo que hacemos cada día. ¿Y qué mejor lugar para tener esas conversaciones que en la mesa, el punto de encuentro de familias y amigos?

Una ilustración digital simple sobre un fondo azul sólido. Muestra a dos figuras estilizadas, una a cada lado de una mesa rectangular oscura, sentadas en sillas. Ambas figuras visten de negro (la de la izquierda con traje, la de la derecha con un vestido) y tienen megáfonos grises y negros en lugar de cabezas. Los megáfonos están apuntando directamente el uno hacia el otro, y de cada uno emanan líneas blancas que simulan ondas de sonido, cruzando la mesa. La imagen simboliza una comunicación unidireccional o un debate donde las personas se hablan sin escucharse.
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La Bitácora de un Eterno Aprendiz ya es parte de ¡Blog! ¡Blog!, el directorio de blogs personales en español que es mantenido gracias al esfuerzo del amigo Matizeta, compatriota del querido Flaco Spinetta. Una gran iniciativa para ayudar a mantener vivo el espíritu de la vieja web, donde el contenido humano era una parte esencial.

Ya hay cerca de un centenar de sitios. Puedes explorar el directorio completo aquí: https://blogsencastellano.wordpress.com

El domingo por la noche fui a ver al prodigio de la música Steven Wilson al Movistar Arena. El inicio del concierto me encontró comprando agua en el kiosko. Tuve que correr para llegar a la cancha y encontrar una buena ubicación. No fue difícil, pues el recinto estaba lejos de estar lleno y con cancha única, así que logré quedar bastante cerca del escenario.

Steven Wilson no es un nombre muy conocido en el mainstream del rock, pero es un talento fuera de serie. Si tienes a bandas como Pink Floyd y Radiohead entre tus favoritas, es muy probable que ya lo conozcas. Y si no, este puede ser un buen momento para que empieces a escucharlo.

La jornada se extendió por casi tres horas. Los primeros 45 minutos estuvieron dedicados a su disco más reciente, «The Overview», un álbum que –en la mejor tradición del rock progresivo– cuenta con solo 2 canciones que presentan un viaje sonoro extenso e inmersivo. Luego de eso, un break de 20 minutos para dar paso al resto del concierto, que mantuvo un nivel estratosférico toda la noche.

Las imágenes en la pantalla gigante, a espaldas de la banda, fueron un complemento perfecto para la experiencia musical. En algunos momentos lograron hipnotizarme completamente, tanto que me parece necesario aclarar que no consumí ninguna sustancia alucinógena. Wilson también hizo pausas para hablar al público, mostrando su humor característico se burló de lo largas que son algunas de sus canciones e, incluso, de su propia banda, Porcupine Tree.

Hay un detalle que merece una mención aparte: el sonido. Estuvo absolutamente impecable. Algo que no siempre se puede decir de los conciertos en el Movistar Arena. Se nota la preocupación de Steven Wilson y su equipo por alcanzar la perfección auditiva; era posible apreciar con claridad cada uno de los instrumentos.

Vi a Wilson por primera vez el 2018 como solista en el Caupolicán, luego, el 2022, con Porcupine Tree en el Movistar Arena, y esta fue mi tercera vez. Sin duda, fue la mejor de todas y la que más he disfrutado. Steven Wilson es, sencillamente, un gigante del rock y la música a nivel planetario.

Angelo Pierattini es, muy probablemente, el artista al que más veces he visto en vivo sumando sus diferentes proyectos. Y es que, para mí, es uno de los mejores y más talentosos músicos chilenos de su generación. Es de esos artistas que viven la música con pasión, que aman lo que hacen y llevan la esencia rockera en sus venas.

Si bien en el último tiempo, en su carrera como solista, ha tenido un giro mucho más marcado hacia la música latinoamericana, el folclor y las baladas –Algo que siempre ha estado presente, en mayor o menor medida, en su música–, hay momentos que son pura magia sobre el escenario cuando parece que la guitarra toma posesión de él, lo traslada de un lado a otro, distorsiona su cuerpo y las cuerdas guían sus dedos para regalarnos solos llenos de energía rockera que pocos logran transmitir .

Este miércoles, tuve la oportunidad de vivirlo nuevamente en el lanzamiento de su más reciente trabajo como solista titulado «Angelo Pierattini». Un concierto muy especial, en el Teatro Nescafé de las Artes, que además celebró sus 30 años de carrera musical y rockera. Fue una jornada hermosa, en la que compartió escenario con algunos de los artistas que colaboran en el disco para interpretar las canciones en las que participan: Cristobal Briceño, de Fother Mockers y Ases Falsos; Pablo Ilabaca, conocido alter ego de Freddy Turbina y ex guitarrista de Los Chancho en Piedra; el mexicano Juan Cirerol; y Los Vásquez. También hubo espacio para un par de canciones de su ex banda, Weichafe, que es una de mis bandas favoritas del rock nacional y otras más de sus anteriores álbumes solistas.

Al finalizar, como es su costumbre, Angelo se dio el tiempo para compartir con sus seguidores, intercambiar algunas palabras, tomarse fotos y firmar discos. Y, por supuesto, aproveché la ocasión para conseguir unas “rayitas” y llevarme un recuerdo de la noche.

Espero que siga haciendo música y tocando en vivo por mucho tiempo más para poder seguir disfrutando esa mezcla de magia rockera, melancolía y cebolla tan característica de la música chilena.

El objetivo de esta publicación es intentar dar una idea del significado que en Chile le damos a la palabra «Ñoño», que es diferente del utilizado en otros países de habla hispana y ni siquiera está documentado por la RAE. Como es un término que uso habitualmente en redes sociales, me parece importante aclararlo. No conozco el origen de esta acepción local y si es exclusiva de Chile o es compartida con otros países. Averiguarlo eso es una tarea que dejaré pendiente por ahora.

Antes de comenzar, debo aclarar que lo que leerán a continuación es el resultado de una ardua y exhaustiva investigación, es decir, una búsqueda de 10 minutos en internet, y que se entrevistó a un total de 0 especialistas en la materia. Así que no esperen mucho de esto.

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Este viernes 10 de octubre Lucybell se despidió de los escenarios después de más de 30 años de carrera. Una banda que ha marcado muchos momentos de, al menos, un par de generaciones en Chile.

En un concierto de 3 horas pasaron por toda su discografía con un público que estuvo muy entusiasmado cantando gran parte de las canciones y coreando “Lucybell, Lucybell” en muchas de las pausas entre temas. Claudio Valenzuela se vio emocionado hasta las lágrimas desde el comienzo y junto a sus compañeros, Eduardo Caces y José Miguel “Cote” Foncea, entregaron una presentación a la altura de lo mejor del rock chileno del último tiempo. En el escenario el trío estuvo acompañado por arreglos de bronces y cuerdas en varios pasajes, lo que le dio un toque diferente a las canciones.

Mis momentos favoritos del concierto fueron la sección acústica, momento en que se trasladaron un pequeño escenario en la parte posterior de la cancha; el tramo final donde tocaron algunos de mis canciones favoritas como «Viajar», «Ángel», «Sembrando en el Mar» y el cierre con «Mataz» y «Mil Caminos».

Creo que hay pocas bandas en Chile que han logrado mantenerse en forma y vigentes por tanto tiempo como para lograr llenar 2 Movistar Arena en su despedida. Ahora esperemos que esto solo sea el fin de una etapa y que en un futuro, ojalá no tan lejano, podamos verlos sobre los escenarios nuevamente.

«No existe la nube. Solo es el computador de otra persona» Creo que ya todos deben haber leído esa frase en alguna parte, ya sea en una polera, un sticker o un meme. Lo que dice, de manera bien simplificada es verdad. Lo que usualmente conocemos como la nube es, básicamente, una red computadores conectados entre sí. Pero ese «computador de otra persona» puede tener muchas formas: puede ser un servidor dentro de un gigantesco datacenter propiedad de una gran compañía multinacional; podría ser un equipo dentro de la infraestructura de una pyme; un pequeño computador en la casa de un entusiasta de la tecnología o hasta tu teléfono celular puede ser considerado como parte de la gran nube que es internet.

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Me encanta la sensación de redescubrir un disco. Cuando ha pasado mucho tiempo, lo vuelves a escuchar y es como «¡Guau, no me acordaba de que este disco era tan bueno!». Casi como escucharlo por primera vez o, a veces, incluso mejor.

Pues, bueno… Me acaba de pasar.