Una guirnalda festiva de aproximadamente 20 banderas nacionales, predominantemente de países hispanohablantes de América Latina y España, cuelga en dos filas superpuestas sobre una cuerda blanca. Las banderas son coloridas y presentan los diseños distintivos de cada nación. Entre ellas se observan la bandera de Chile, Argentina, Perú, Colombia, México y España. El foconfetindo es una pared de textura gris clara. Pequeños trozos de confeti de colores brillantes —rojo, verde, azul y amarillo— caen dispersos por la parte superior de la imagen, añadiendo un toque de celebración.

El 18 de septiembre es el día en que celebramos nuestro día nacional en Chile. Nuestra fiesta de la independencia. El momento para recordar, vivir y hablar de tradiciones, costumbres, cultura y especialmente de patriotismo. Una palabra que se repite aún mucho más cuando hay campañas políticas como ahora que tenemos elecciones presidenciales en un par de meses. La repiten tanto que termina perdiendo sentido y hasta nos provoca rechazo. Por eso creo que es un momento perfecto para hacer una breve reflexión sobre el verdadero significado de «patriotismo» y que lo reivindiquemos como un valor positivo que nos identifique a todas y todos independiente de nuestra nacionalidad, costumbres o preferencias personales.

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El último poema de Víctor Jara escrito mientras estaba detenido por agentes de la dictadura civico-militar en el Estadio Chile (ahora Estadio Víctor Jara). Jara fue asesinado de 44 tiros el 16 de septiembre de 1973, luego de haber sido torturado. El poema logró ser rescatado y conservado gracias a la ayuda de otros detenidos.

Somos cinco mil aquí.
En esta pequeña parte de la ciudad.
Somos cinco mil.
¿Cuántos somos en total en las ciudades y en todo el país?
Somos aquí diez mil manos que siembran y hacen andar las fábricas.

¡Cuánta humanidad con hambre, frío, pánico, dolor, presión moral, terror y locura!
Seis de los nuestros se perdieron en el espacio de las estrellas. Un muerto, un golpeado como jamás creí se podría golpear a un ser humano.
Los otros cuatro quisieron quitarse todos los temores, uno saltando al vacío, otro golpeándose la cabeza contra el muro, pero todos con la mirada fija de la muerte.

¡Qué espanto causa el rostro del fascismo!
Llevan a cabo sus planes con precisión artera sin importarles nada.
La sangre para ellos son medallas.
La matanza es acto de heroísmo.

¿Es éste el mundo que creaste, Dios mío?
¿Para esto tus siete días de asombro y trabajo?

En estas cuatro murallas sólo existe un número que no progresa.
Que lentamente querrá la muerte.

Pero de pronto me golpea la consciencia
y veo esta marea sin latido
y veo el pulso de las máquinas
y los militares mostrando su rostro de matrona lleno de dulzura.

¿Y México, Cuba, y el mundo?
¡Qué griten esta ignominia!

Somos diez mil manos que no producen.
¿Cuántos somos en toda la patria?

La sangre del Compañero Presidente
golpea más fuerte que bombas y metrallas.
Así golpeará nuestro puño nuevamente.

Canto, que mal me sales
cuando tengo que cantar espanto.
Espanto como el que vivo, como el que muero, espanto.
De verme entre tantos y tantos momentos del infinito
en que el silencio y el grito son las metas de este canto.

Lo que nunca vi, lo que he sentido y lo que siento hará brotar el momento…

Victor Jara.



La noche de viernes aprovechamos el ánimo de la temporada de fiestas patrias en Chile para ir a conocer el popular Bar Victoria, un lugar donde se vive el espíritu dieciochero todo el año.

La jornada fue animada por un dúo de chicas llamadas «Las Pecadoras» que junto a su banda nos hicieron bailar varias patitas de cueca. Y más tarde, un clásico de clásicos de la cumbia chilena:  «La Sonora Palacios».

Así da gusto disfrutar las tradiciones chilenas.

No crean que aquí voy a escribir solo sobre música. Lo que pasa es que por esta época estamos justo en temporada alta de conciertos por estos lados.

Pero también es cierto que va a haber harto sobre música aquí 😊

Se vienen cositas…

La tarde del sábado tuve la fortuna de ser uno de los cerca de 40 asistentes al show de Alain Johannes Trío en un pequeño estudio de grabación en Santiago. Una presentación íntima de un músico chileno de primer nivel a escala mundial.

Póster del show secreto de Alain Johannes Trío autografiado por los miembros de la banda
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Pocas bandas deben tener un nombre mejor puesto que esta. Al escuchar su música uno puede sentir rabia y pena, pero también amor y alegría. Nostalgia y rebeldía, pero también esperanza. Poesía musicalizada que llega al alma. No se que etiqueta se le pone a este estilo: hard rock, hardcore, post-hardcore. En realidad da lo mismo, ¿no? Es una experiencia absolutamente explosiva. Eso fue lo que vivimos todos quienes ayudamos a repletar la Sala Metrónomo la noche de este viernes 5 de septiembre.

Es un verdadero agrado ver que la banda atrae cada vez a más público.

Aprovecho este espacio recientemente inaugurado para escribir algunos comentarios sobre mi experiencia viendo por primera vez en vivo a Green Day, en la que fue la 4ta presentación de la banda en Chile, y también mi primer concierto en el Parque Estadio Nacional, un lugar del que había escuchado muchos comentarios no muy favorables, pero que en definitiva no me pareció nada mal.

Lo de llegar con mucha anticipación y tener que esperar por horas la aparición de los artistas no es lo mío. Y esta vez no fue la excepción. A pesar de eso logré llegar a una bastante buena ubicación por la mitad de la cancha general, que es lugar donde más disfruto los conciertos. A los pocos minutos, y con una puntualidad que se ve pocas veces en el rock, a las 21:00 hrs. aparecieron en el escenario Billie Joe Armstrong, Mike Dirnt y Tré Cool junto a sus músicos acompañantes, después de una previa con la animación de Pinkie, el conejo rosado que es una especie de mascota no oficial de la banda. Sería el comienzo de una gran jornada de rock en la fría noche santiaguina del sábado 30 de agosto. Seguir leyendo

Una versión diferente de "Hola Mundo"

Primer intento

Si no me equivoco fue por la mitad de los años 2000 cuando yo estaba en mis últimos años de universidad y había descubierto en internet muchas maneras de gastar mi tiempo. Era la época de la web 2.0, antes de lo que ahora llamamos “redes sociales”. Aparecieron los blogs como una herramienta en la que cualquier persona podía crear y compartir contenido en la red. Hoy parece trivial, pero en ese tiempo fue realmente revolucionario. Y claro que me sumé a esa moda.

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