El objetivo de esta publicación es intentar dar una idea del significado que en Chile le damos a la palabra «Ñoño», que es diferente del utilizado en otros países de habla hispana y ni siquiera está documentado por la RAE. Como es un término que uso habitualmente en redes sociales, me parece importante aclararlo. No conozco el origen de esta acepción local y si es exclusiva de Chile o es compartida con otros países. Averiguarlo eso es una tarea que dejaré pendiente por ahora.

Antes de comenzar, debo aclarar que lo que leerán a continuación es el resultado de una ardua y exhaustiva investigación, es decir, una búsqueda de 10 minutos en internet, y que se entrevistó a un total de 0 especialistas en la materia. Así que no esperen mucho de esto.

En resumen, «Ñoño» es una especie de combinación entre los conceptos «friki» y «geek» —términos que tienen matices distintos, pero con límites más bien difusos—. Se refiere a personas con aficiones muy particulares, que pueden ser poco conocidas o de nicho, y está especialmente ligado a entusiastas de la tecnología, las ciencias, la computación y afines. Suelen dedicar mucho tiempo, de manera casi obsesiva, a aprender cada detalle de sus intereses y, por lo general, se les asocia con habilidades sociales limitadas, siendo más bien tímidos e introvertidos.

En mi opinión, la esencia del ñoño o la ñoña no está en sus aficiones específicas, sino en la forma en que se relacionan ellas y las llevan a la práctica. Las habilidades sociales no son un factor clave, aunque, seguramente en términos estadísticos los introvertidos son mayoría. Son personas detallistas y dedicadas, llegando a niveles casi obsesivos. Quieren aprender todo lo posible sobre sus temas de interés y les motiva mucho hablar y compartir lo aprendido. Si bien los casos más característicos se asocian con la cultura de internet, la programación, los videojuegos, los cómics, los juegos de rol o las series, el término puede aplicarse a cualquier pasatiempo o interés. Lo determinante es que sea un apasionado o apasionada. Así, perfectamente puede ser ñoño un coleccionista de arte, un aficionado a las plantas, un apasionado por un período específico de la historia, una lectora ávida, un coleccionista de música, una fotógrafa o alguien interesado en la astronomía o las ciencias en general.

Un detalle muy importante es que el ñoño no es arrogante, aunque a veces lo parezca. Si haces un comentario equivocado sobre un capitulo de Star Trek frente a un ñoño de la serie, no dudará en corregirte de inmediato, pero no lo hará para demostrar su conocimiento, sino porque para él o ella es muy importante la precisión en ese tema. Para un ñoño el aprendizaje y la dedicación es una cuestión de satisfacción personal, no de validación frente al resto.

En mis tiempos de (más) juventud, ser «ñoño» o «ñoña» se usaba como un término peyorativo. Muchas veces incomprendidos, humillados y mal tratados. Afortunadamente, desde un tiempo a esta parte, ha pasado a ser una característica cada vez más valorada.

Para finalizar quiero decirles a las ñoñas y ñoños que me leen: lleven su ñoñez con total orgullo. Aprendan, compartan y difundan sus intereses. No se desmotiven si reciben poca atención, porque de seguro en algún lugar –muy probablemente en internet– hay alguien más de la misma “especie” ávido por escuchar y compartir.

¡Qué viva la revolución ñoña!

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