Pocas bandas deben tener un nombre mejor puesto que esta. Al escuchar su música uno puede sentir rabia y pena, pero también amor y alegría. Nostalgia y rebeldía, pero también esperanza. Poesía musicalizada que llega al alma. No se que etiqueta se le pone a este estilo: hard rock, hardcore, post-hardcore. En realidad da lo mismo, ¿no? Es una experiencia absolutamente explosiva. Eso fue lo que vivimos todos quienes ayudamos a repletar la Sala Metrónomo la noche de este viernes 5 de septiembre.

Es un verdadero agrado ver que la banda atrae cada vez a más público.

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